Millones de personas pasan hambre hoy en día y está en riesgo la seguridad alimentaria de una población mundial que crece rápidamente. Este desafío se ve agravado por las amenazas adicionales del cambio climático, la creciente escasez de agua y tierras, la degradación del suelo y de las tierras, y el deterioro de los recursos naturales
Ejemplos de países de América Latina y el Caribe muestran, además, que factores como la ubicación geográfica, la división urbana / rural y la pertenencia a una etnia están estrechamente relacionados con las desigualdades relacionadas con la inseguridad alimentaria y la nutrición a nivel de país.
El concepto de seguridad alimentaria, acuñado en los años 70 del pasado siglo, estuvo asociado con la capacidad de un país de producir suficientes alimentos para alcanzar la demanda doméstica. Desde el inicio del milenio, un paradigma económico nuevo ve la seguridad alimentaria y nutricional como un bien público, más allá de su disponibilidad. Esa noción es reforzada por el reconocimiento al derecho a la comida como derecho humano básico y como la tendencia extendida a nivel internacional de considerarlo como una obligación incorporada a la legislación nacional en cada país.
Precisamente con el fin de ayudar a los estados en la realización del derecho a una alimentación adecuada, la FAO elaboró unas Directrices voluntarias en apoyo de la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria nacional ofrecen una guía práctica para la formulación y aplicación de políticas y un instrumento adicional para combatir el hambre y la pobreza.
Pero la seguridad alimentaria es, no solamente un imperativo ético, sino también una cuestión de desarrollo sostenible.
La complejidad de aspectos que encierra la seguridad alimentaria, resultado de complejas y dinámicas interacciones entre políticas económicas, sociales, institucionales y ambientales, necesita, por ello, ser abordado con un enfoque amplio y transversal. El enfoque territorial ofrece un marco adecuado que permite tener en cuenta especificidades locales de cara a el diseño de políticas adaptadas a cada contexto; así como la integración de la seguridad alimentaria, como eje transversal, en todas y cada una de las vertientes de las estrategias de desarrollo.
Debido a que los medios de vida de las personas pobres de los países en desarrollo a menudo dependen de la agricultura, existen dos tipos de intervenciones de desarrollo territorial claramente complementarias: las sociales y las agrícolas. El empoderamiento de las mujeres, la protección social, el empleo decente, la mejora de las rentas agrarias y la competitividad de la agricultura, o un mejor equilibrio en las relaciones de los ámbitos rural y urbano en la región, son vectores de sostenibilidad fuertemente interconectados con la seguridad alimentaria.
Un reto clave para el desarrollo territorial económico es, por ello, crear un entorno seguro y fiable que permita atraer inversiones privadas y “convertir el ciclo vicioso de seguridad alimentaria-baja productividad-desinversiones-pobreza en un círculo virtuoso de ahorro-crecimiento-inversiones-empleos” (Cistulli, Rodríguez-Pose et al., 2013). Ello requiere de inversiones públicas dirigidas a la provisión de infraestructura de bienes públicos “blandos” (educación, salud, servicios financieros, conectividad); y “duros” (electricidad, agua, carreteras, escuelas, hospitales); así como a la reducción de la distancia entre economías locales y nacionales, y mercados internacionales (incluido el reforzamiento de los vínculos rural-urbano).
Esta es una de las consideraciones que recoge el Informe de Expertos sobre “El enfoque territorial en las políticas de seguridad alimentaria y nutrición”, que fue elaborado como contribución al Segundo Encuentro Internacional de Expertos sobre este tema, organizado por FAO en Diciembre de 2013.
Finalmente, un índice de seguridad alimentaria decente, a menudo esconde importantes vacíos regionales de pobreza rural, y enormes disparidades en el interior de un mismo país en inseguridad alimentaria y nutrición. Para evitar ese problema, y mejorar la seguridad alimentaria a lo largo de todo el territorio, el enfoque territorial propone evitar políticas uniformes y adoptar enfoques holísticos y flexibles que tengan en cuenta las características sociales, ambientales y económicas de cada lugar.
El enfoque territorial de la seguridad alimentaria, en definitiva, propone abordar un tema tan complejo y urgente, con una mirada amplia y sistémica, que permita que desde todos los ámbitos de desarrollo de un territorio, se trabaje en la misma dirección, y se generen sinergias y complementariedades.
Fuente: FAO