Lorenzo Alonso, la situación del pan en España ha tenido lugar en el marco de la primera edición del evento «Panforum», y en la que también han intervenido los responsables de varias empresas panaderas.
La promoción y la diferenciación del pan «de calidad» son las apuestas de la Confederación Española de Organizaciones de Panadería (Ceopan) para fomentar el consumo de este producto, que cayó un 10 por ciento interanual en 2009.
Así lo ha asegurado el presidente de dicha organización, Lorenzo Alonso, tras la celebración de una mesa redonda sobre las situación del pan en España que tenido lugar en el marco de la primera edición del evento «Panforum», y en la que también han intervenido los responsables de varias empresas panaderas.
Alonso ha resaltado la necesidad de emprender acciones de promoción respaldadas por la opinión de científicos y expertos en nutrición para invertir la tendencia actual del consumo.
En este sentido, ha señalado que el sector se siente «abandonado» por las administraciones nacional y comunitaria puesto que, al contrario de lo que ocurre con productos como el aceite de oliva o el pescado azul, el pan no dispone de fondos públicos para su promoción.
Además, ha subrayado la importancia de diferenciar los productos de calidad -como los panes con Indicación Geográfica Protegida o con sellos de calidad- frente a los de «producción industrial».
El presidente de Ceopan ha recordado que España se encuentra «en la cola de Europa» en consumo de pan, con 45 kilogramos por persona y año en 2009, lo que supone un descenso del 10 por ciento respecto al año anterior, una tendencia que podría repetirse en 2010 y 2011 según las previsiones de la organización.
A su juicio, el «mito» de que el pan engorda, su eliminación de algunas dietas de adelgazamiento y el descenso de la calidad -que comenzó a notarse, sobre todo, con el inicio de su comercialización en grandes superficies a comienzos de los 90- han fomentado el retroceso del consumo en los últimos años.
A esto se suma, según Alonso, la crisis económica, que ha retraído el consumo en los hogares y ha provocado un «competencia feroz» en cuanto al precio de venta en la gran distribución, lo que se ha traducido en una mayor presión para los panaderos con los que trabajan.