El desarrollo tecnológico ha permitido al ser humano desarrollar técnicas no sólo para facilitar la alimentación, sino que también sirven para conservar los productos, procesarlos y consumirlos más tarde. En los últimos años han surgido innovaciones más sofisticadas que han permitido realizar procesos más modernos e industriales como por ejemplo el secado, el enlatado o el escabechado. Sin embargo, en ocasiones se suele pensar que el aporte vitamínico de los productos desaparece por someter a los alimentos a estos tratamientos, aunque esta creencia no sea del todo cierta.
Según expone María Serrano, nutricionista y profesora investigadora en la Universidad San Pablo CEU, uno de los principales objetivos principales en cualquier proceso tecnológico aplicado a los alimentos “es eliminar los patógenos para garantizar la salud de los consumidores, aumentar la vida útil de los alimentos y mejorar sus características organolépticas, es decir, aquellas que percibimos a través de los sentidos”.
Por tanto, someter los alimentos a estos procesos es totalmente necesario para poder eliminar los microorganismos, prolongar la conservación de los mismos y conseguir desarrollar características más específicas del producto. Ahora bien, esto no significa que alguno de estos tratamientos, como por ejemplo el cocinado, pueda alterar el valor nutritivo original. En este sentido, la nutricionista explica que “las vitaminas liposolubles como la A, D o E son bastante estables; sin embargo las vitaminas hidrosolubles como la B1 o la C se pierden por el calor”.
Del mismo modo en el que pueden llegarse a perder algunas propiedades del producto, las técnicas de procesado también contribuyen a enriquecer los mismos con otros nutrientes, mejorando su valor nutricional original y proporcionando una mayor digestibilidad. Carolina Muro, Responsable de Nutrición y Salud de FIAB, defiende que “en algunos casos los alimentos procesados pueden ser igual o más nutritivos que los frescos”.
En este sentido, María Serrano enumera alguno de los métodos que ayudan a este enriquecimiento de nutrientes, como por ejemplo la fortificación que, según explica, “consiste en adicionar uno o más nutrientes a un alimento o bebida de manera que contengan más cantidad que previamente al sometimiento a dicho proceso”. Esto explica por qué actualmente numerosos productos contienen un valor añadido de vitamina C, folatos, calcio o yodo, por ejemplo.
En definitiva, los alimentos procesados son el resultado de una mejora continuada tanto en las técnicas usadas como en la tecnología de la que disponemos para desarrollar las mismas y conseguir de esta manera “alimentos más perdurables, seguros y de mayor calidad”, según afirma Carolina Muro.
Aclarar conceptos con éste es lo que busca FIAB a través de su campaña “Licencia para comer”, enfocada a acabar con falsos mitos arraigados en la población sobre determinados alimentos y que tiene su propio espacio en Radio 5 Todo Noticias.
En los últimos años han calado en la opinión pública falsos mitos sobre la alimentación que no tienen base científica. FIAB y RNE han puesto en marcha “Licencia para comer”, un microespacio informativo donde, con la ayuda de expertos, se desmontarán estas falsas creencias. Podrás escucharlo los martes en Radio 5 (16.55h) y los miércoles (1.45 a.m.). Además, estaremos en las agencias, las redes sociales y www.infoalimenta.com. ¡Súmate a la alimentación con cabeza!
Fuente: FIAB