El macarrón es una pasta de origen italiano. Pero también un pastelillo hecho a base de pasta de almendra y merengue que hunde sus raíces en la edad media. En Francia, el macaron tiene diferentes versiones, y una de las históricamente más apreciadas es la de Lorena, cuya receta se mantiene en secreto desde el siglo XVIII. La que, sin embargo, se ha acabado imponiendo es la que reivindica para sí la pastelería-salón de té Ladurée, que se encuentra a las puertas de la iglesia de la Madeleine de París. convertida en el templo de una especialidad que en los últimos años está viviendo una nueva juventud. Fundada en 1862, Ladurée tiene diversos locales en París y sucursales en otras ciudades europeas. Pero la casa madre, ubicada en la muy selecta esquina de las calles Royale y sain Honoré, inconfundible con su fachada color verde pastel, mantiene todavía la atmósfera que adquirió con la reforma y ampliación de los años treinta. Acercarse a Ladurée y comprar un surtido de macarons (a 10,70 euros la caja más pequeña, de nueve) se ha convertido en una cita casi ineludible, a la que no faltan algunos turistas avisados. Los hay de todos los sabores imaginables: frambuesa, fresa-amapola, guinda-amaretto, albaricoque-jengibre, limón, cassis-violeta, regaliz, pimienta de Java, chocolate, rosa-anís, flor de mango, vainilla, praliné, café, pistacho, limón verde-albahaca, menta… Cada temporada aparece un nuevo perfume. Menos sofisticados, pero también exquisitos, pueden encontrarsemacaros de sabores más simples y tradicionales en una de la dos grandes tiendas de Fauchon en la plaza Madeleine, un auténtico paraíso para los amantes de las exquisiteces gastronómicas. En Fauchon pueden hallarse auténticas maravillas de la pastelería y chocolates de todo tipo. Pero también caviar, foie-gras, jamón ibérico para negra ( a 250 euros el kilo) y platos preparados. Otra cita gastronómica ineludible es, en la misma plaza, el gran colmado de ultramarinos Hediard, donde lo dulce cede el sitio a lo salado. Frutas de exposición, conservas de alta gama, charcutería selecta y buena bodega de vinos integran la parte fundamental de la oferta, completada por un concurrido restaurante. El lujo llama al lujo, también en la gastronomía, y la Madeleine presenta para los sibaritas una oferta difícil de mejorar. Junto a los establecimientos citados, uno puede comprar y degustar caviar en el Café Prunier-Caviar House o en el restaurante Caviar Kaspia. O comer platos condimentados con trufa en la Maison de la Truffe, donde también se pueden comprar trufas frescas a razón de 2990 euros el kilo… |
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El paraíso del macaron
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